Reflexionemos....
-"¿Usted cree en Dios?"
-El pequeño filósofo, enciende un cigarrillo para reflexionar y recuerda ahora la ocurrencia de Schopenhauer: -si existiera un Dios, en tal caso la autoría del pecado y del mal, sólo atribuibles a él, refutarían su divinidad. -
Pero el pequeño filósofo, no comparte su pesimismo permanente y, aunque sólo sea por no desalentar a sus seguidores, prefiere admitir la existencia del ser superior.-
"Sí, creo. Pero el dios en el que yo creo es grande y magnánimo de verdad, no se detiene en menudencias. ¿Cómo es el suyo?"-
El ciudadano se ha encogido de hombros y no ha acertado a abrir la boca, y el pequeño filósofo ha continuado hablando.
-"El dios en el que creo, para empezar, no se escribe con mayúsculas, porque desdeña las versales tanto como Machado desdeñaba las romanzas de los tenores huecos. Tampoco se irrita por el uso turístico de un templo que no considera suyo sino propiedad del entusiasmo de algunos que han tenido más fe en la arquitectura humana que en la divina; quizá le preocupe si no pasarán frío en su interior, que algunas de estas construcciones coagulan el alma de los más desprevenidos.
No disfruta de las procesiones, pero respeta su celebración igual que respeta los partidos de fútbol, los programas concurso o la conversación inteligente. Y no se ofende por un retrato gracioso de su persona o de sus seguidores, o por una caricatura burlona con unas facciones que, por otro lado, nadie puede conocer: ofenderse por algo tan nimio lo rebajaría demasiado".-
-"Pero hombre –interrumpió el ciudadano-, ese dios es muy terreno, ese dios usted se lo ha inventado".-
-"Pues claro, como todos. Pero es que éste, además, baila".-
Parece que fue Nietzsche quien dijo aquello de sólo puedo creer en un dios que sepa bailar.
-El pequeño filósofo, enciende un cigarrillo para reflexionar y recuerda ahora la ocurrencia de Schopenhauer: -si existiera un Dios, en tal caso la autoría del pecado y del mal, sólo atribuibles a él, refutarían su divinidad. -
Pero el pequeño filósofo, no comparte su pesimismo permanente y, aunque sólo sea por no desalentar a sus seguidores, prefiere admitir la existencia del ser superior.-
"Sí, creo. Pero el dios en el que yo creo es grande y magnánimo de verdad, no se detiene en menudencias. ¿Cómo es el suyo?"-
El ciudadano se ha encogido de hombros y no ha acertado a abrir la boca, y el pequeño filósofo ha continuado hablando.
-"El dios en el que creo, para empezar, no se escribe con mayúsculas, porque desdeña las versales tanto como Machado desdeñaba las romanzas de los tenores huecos. Tampoco se irrita por el uso turístico de un templo que no considera suyo sino propiedad del entusiasmo de algunos que han tenido más fe en la arquitectura humana que en la divina; quizá le preocupe si no pasarán frío en su interior, que algunas de estas construcciones coagulan el alma de los más desprevenidos.
No disfruta de las procesiones, pero respeta su celebración igual que respeta los partidos de fútbol, los programas concurso o la conversación inteligente. Y no se ofende por un retrato gracioso de su persona o de sus seguidores, o por una caricatura burlona con unas facciones que, por otro lado, nadie puede conocer: ofenderse por algo tan nimio lo rebajaría demasiado".-
-"Pero hombre –interrumpió el ciudadano-, ese dios es muy terreno, ese dios usted se lo ha inventado".-
-"Pues claro, como todos. Pero es que éste, además, baila".-
Parece que fue Nietzsche quien dijo aquello de sólo puedo creer en un dios que sepa bailar.
1 comentario:
Si Dios existe...es su problema, yo no lo conocí. jajaj
Gracias a Dios soy ateo....sin más, ya sabes lo que opino del asunto. Inventarnos divinidades forma parte del aburrimiento. Yo, personalmente cuando me aburro no voy a la iglesia, sino que me voy de compras con la visa que me dejo olvidada en el factory de las rozas jajajaja con una amiga estupenda y muy borde por cierto... eres la hostia... un kero mu grande MUAKKSSSSSSS
Bea mola. PASALO!
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